En el año 1947, el Comité de Actividades Antiestadounidenses empezó a presionar a la fiscalía para que deportaran a Chaplin, "cuya vida en Hollywood contribuye a destruir la fibra moral de América". Fue llamado a testificar en el Comité en varias ocasiones, pero no se presentó a ninguna. Al mismo tiempo, le estaban acosando los Veteranos de Guerra Católicos, una asociación reaccionaria, que le acusaba de haber escrito una carta a Pablo Picasso, peligroso comunista para ellos, y un senador llegó a decir que "el comportamiento de Chaplin se aproximaba peligrosamente a la traición".
Chaplin fue uno de esos hombres decididos, uno de esos pocos que son capaces de renegar de su realidad. De los mismos hombre que se niegan a repetir las malas costumbres que nos impulsan los instintos. Uno de esos hombres que hacen de su vida un homenaje para los demás mediante la lucha constante sin importar cuan fuerte sean las adversidades. La misma clase de hombres que quiere ser uno, pero no uno para si mismo, uno para y por los demás. Son los pocos hombres que realmente saben vivir la libertad, y no tan solo pensarla como muchos solemos hacer. Para estos hombres la vida es una constante resistencia a lo habitual, a lo establecido, a lo que realmente no vale la pena, para estos la vida solo tiene sentido en lo hermoso y bello de la vida… tiene sentido en la justicia y en la verdad.