viernes, 14 de septiembre de 2007

Esos son los imprescindibles



En el año 1947, el Comité de Actividades Antiestadounidenses empezó a presionar a la fiscalía para que deportaran a Chaplin, "cuya vida en Hollywood contribuye a destruir la fibra moral de América". Fue llamado a testificar en el Comité en varias ocasiones, pero no se presentó a ninguna. Al mismo tiempo, le estaban acosando los Veteranos de Guerra Católicos, una asociación reaccionaria, que le acusaba de haber escrito una carta a Pablo Picasso, peligroso comunista para ellos, y un senador llegó a decir que "el comportamiento de Chaplin se aproximaba peligrosamente a la traición".


Chaplin fue uno de esos hombres decididos, uno de esos pocos que son capaces de renegar de su realidad. De los mismos hombre que se niegan a repetir las malas costumbres que nos impulsan los instintos. Uno de esos hombres que hacen de su vida un homenaje para los demás mediante la lucha constante sin importar cuan fuerte sean las adversidades. La misma clase de hombres que quiere ser uno, pero no uno para si mismo, uno para y por los demás. Son los pocos hombres que realmente saben vivir la libertad, y no tan solo pensarla como muchos solemos hacer. Para estos hombres la vida es una constante resistencia a lo habitual, a lo establecido, a lo que realmente no vale la pena, para estos la vida solo tiene sentido en lo hermoso y bello de la vida… tiene sentido en la justicia y en la verdad.

martes, 11 de septiembre de 2007

El dia del pico

Mucho tiempo ha pasado desde que el 11 de septiembre se redefinió como ‘’el día del pico’’. Era por el 73 cuando la facción opositora al gobierno instaurado de forma legítima se preguntaba ¿Cuándo acabará todo esto? La respuesta para algunos era clara y precisa… ‘’El día del pico’’.

Durante este período las cosas eran bastante diferentes a las de hoy en día, las personas creían que alguno de los dos bloques dominante era la solución a sus problemas. Dentro de este contexto podríamos hablar de palabras tales como revolución, justicia o igualdad, lo que actualmente se ha vuelto en una mera quimera.

Difícil resulta aceptar que el mundo era una dualidad, que existía otra posibilidad, quizás no la correcta, pero al menos existía. Difícil es de aceptar cuando en la actualidad nos vemos sometidos bajo una bota.

Mucha agua ha pasado desde entonces, pero las repercusiones aún persisten. Las consecuencias del golpe militar son claras… nos vendieron al mundo neoliberal. Acabaron con cualquier libertad posible, incluso censurando cualquier tipo manifestación. Me resulta irónico un concepto de democracia donde aún no podamos manifestarnos de manera auténtica, de que aún no sea legal repartir pensamientos auténticos y libertarios. Me parece irónico este concepto mediocre de libertad tras la instauración de la democracia.

Creo que aún vivimos en tiempo de represión, pero desde una manera mucho mas pensada, que ataca de manera sutil sin darnos cuenta. Los pactos comerciales hoy en día se vuelven cadenas para los pueblos. Los tratados de libre comercio no son más que pactos que terminan por vender los derechos de los pueblos sumiéndonos en el divertido, pero cruel circo del neoliberalismo. La libertad se redujo a comprar, vender, satisfacer necesidades, e incluso a crearlas, y en caso de surgir una alternativa legitima y noble absorberla rápidamente, por los riesgo que pueda implicar.

En nuestros tiempos el mercado tiene una adaptabilidad horrorosa, me sorprende ver que incluso las revoluciones hoy en día son parte de la compra y venta de necesidades, de que nos hemos vuelto capaces de ceder cualquier consigna o libertad a cambio de un poco dinero o placer. No esperemos que esto acabe pronto, como comúnmente solemos hacer, es momento de reaccionar, de oponerse a lo establecido, de renegar de lo malo y sacar lo bueno de cada uno, es momento de revolución. Herman@s y herman@s nosotros somos los únicos capaces de cambiar las cosas, no esperemos mas, es momento de que nosotros escribamos la historia.

sábado, 1 de septiembre de 2007

El otro soy yo

«Nadie -decía Miguel Bakunin- puede reconocer su propia humanidad, ni por consiguiente realizarla en su vida, si no reconociéndola en los demás y cooperando a la realización por los otros emprendida. Ningún hombre puede emanciparse, si no emancipa con él, a su vez, a todos los hombres que tenga a su alrededor. Mi libertad es la libertad de todos, puesto que yo no soy realmente libre -libre no sólo en potencia, sino en acto- más que cuando mi libertad y mi derecho hallan su conformación y su sanción en la libertad y en el derecho de todos los hombres, mis iguales».
«La situación de los otros hombres me importa mucho, porque, por independiente que me parezca mi posición social, sea yo papa, zar, emperador o primer ministro, soy siempre el producto de lo que sean los últimos de estos hombres; si son ignorantes, miserables, esclavos, mi existencia estará determinada por su ignorancia, por su miseria o por su esclavitud. Yo, hombre inteligente y avisado, por ejemplo, seré estúpido por estupidez; yo, valeroso, seré esclavo por su esclavitud; yo, rico, temblaré ante su miseria; yo, privilegiado, palideceré ante su injusticia. Yo, que deseo ser libre, no puedo serlo, porque a mi alrededor todos los hombres no quieren ser libres todavía, y al no quererlo resultan, para mí, instrumentos de opresión».